En 2020 se cumplieron 60 años del Dimanche de Yves Klein. Periódico de un solo día, exposición en papel, performance de 24 horas o documentación de un famoso salto, en él se publica el texto Teatro del vacío que podría subtitular un festival que toma prestado su nombre, traduciéndolo también a otro momento histórico, a otras condiciones materiales. Yves Klein se rompió el tobillo en su primer salto antes del conocido fotomontaje.
Domingo acoge obras de los últimos lustros, adaptaciones y estrenos de artistas peninsulares donde confluyen la danza, el teatro o la performance; así como talleres y conferencias con materiales provenientes de la escultura, el cine o la filosofía.
El programa lo conforman alternativas para un ‘tiempo fuera de quicio’, trabajos que plantean otras clases de agencias o formas de hacer, mirar y acontecer. Así se reúnen propuestas donde encontrarnos alrededor de invocaciones, voces y pulsos, apariciones y desapariciones, acechanzas, restos, fantasmas o fantasías, presencias y ausencias que invitan a nuevas relaciones con lo (in)visible, las imágenes y la imaginación.
Domingo también es el día de la semana que interrumpe el tiempo del trabajo, sus coreografías y representaciones, como en su origen hacían los festivales escénicos de la antigüedad. Ahora, mientras asistimos a ‘la lenta cancelación del futuro’, en plena falta de porvenir, Domingo propone una escena desde la que tomar impulso de nuevo para habitar y performativizar el vacío.